Fotografía de Isidro Roche (Octubre 2015)




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martes, 17 de abril de 2012

"EL VIGNEMALE"

Os dejo unas preciosas fotos de nuestro próximo reto, acompañadas de unos textos sacados de relatos antiguos, que lo disfruten.


  Vistos desde tan arriba y desde tan lejos, las dinastías, las repúblicas y los imperios pierden su encanto e interés: tales asuntos ya no producen efecto alguno; no se piensa en ellos jamás. Se termina por considerar que incluso las piedras parecen más sabias que los hombres, pues ninguna desea ocupar el lugar de su vecina...

Henry Russell. Filosofía de las ascensiones 1886








         En la zona intermedia de los Pirineos, hacia los 2000 metros de altitud, allí donde ya no quedan árboles aunque tampoco haya nieve, es donde se brindan las más bellas panorámicas, donde uno es más feliz y donde se encuentra mejor. Más abajo se queda aprisionado por bosques o gargantas asfixiantes. Mucho más arriba, uno se hiela e incluso llega a dominar demasiado panorama; a menudo, se está enfermo y no hay otra libertad posible que la de vigilar cada uno de nuestros pasos, tallar en el hielo e ir atado al vecino. Por encima de los 3000 metros, se permanece más entusiasmado que feliz, que no es lo mismo...

Desiertos Pirenaicos, 1894






        No seré yo quien se lamente porque todavía exista la barrera de los Pirineos. De cualquier manera, espero poder contemplar ese día en que las montañas dejen de desempeñar el papel ramplón de constituir unas fortalezas o unas murallas, tanto espirituales como políticas, entre dos naciones que, no solamente son vecinas y amigas, sino también hermanas.
 ... Mas, sobre las montañas, el hombre se adormece como un ángel, pues sus ojos no ven otra cosa que el firmamento. Uno se siente más cerca del cielo que de la tierra: este último lugar ya no constituye su patria.

La salud y los pirineos, 1890








         Raramente he visto nubes tan extraordinarias y fantásticas como a finales del mes de Julio de 1891, durante esa semana que pasé en mis grutas de Belle-Vue. .... A nuestros pies, unas brumas inmensas nos privaban de todos los valles hasta el nivel de los 2000 metros

[...] uno de aquellos atardeceres, la llanura de brumas se hundió por la mitad: se derrumbaba para dejar de ser horizontal. En ese cráter que se terminó por excavar, se dibujaban largas franjas de tinieblas: se abrieron allí unos abismos azulados, grutas y grietas tortuosas...

Efectos de nubes sobre el Vignemale 1892







        ¿No se ve claro que existen cualidades psíquicas que un montañero nunca adquiere bajo la tutela de un guía o la de un amigo? Para obtenerlas, es preciso haberse encontrado en soledad, luchando contra todas las furias de la naturaleza, rodeado por la bruma y entre abismos, con el destino en sus propias manos, en mitad de las nieves eternas, barridas por el viento y por la tormenta. Mientras uno no pase por todo esto, jamás tendrá confianza en sí mismo. Encomendarse a otras personas y depender de ellas, embota necesariamente la audacia y destruye toda la confianza en uno mismo, por la poderosa razón de que ya no es necesaria.

Ascensiones solitarias 1899







        Sostengo la opinión de que existen tantas maneras de subir montañas como ascensionistas. En consecuencia, estas resultan infinitamente variadas, puesto que dependen necesariamente de las costumbres, gustos, edad, salud, músculos y temperamento de cada uno de los montañeros [...] No olvidemos que la estricta uniformidad nunca ha campado sobre la tierra: no es posible ni en la llanura ni, mucho menos, en las montañas.

El arte de ascender y explorar los pirineos 1904







     Durante mi noviciado pirenaico, me vi forzado a realizar algunas ascensiones tan desmesuradas como locas de catorce o quince horas de duración. Hoy en día, esos mismos excesos se siguen realizando con frecuencia, pues se teme dormir al aire libre [...]

        Finalmente llegó ese día tan señalado:¡ la memorable jornada en la que tan terrible problema quedó resuelto! Pero tuve poco que ver en dicho arreglo: mi liberación se debería a un ilustre y añorado amigo, Charles Packe [...] Mi amigo había adoptado la costumbre de dormir en cualquier lugar y sin cobijo alguno, dentro de un saco: pronto logró mi conversión. El saco de piel de cordero fue una revelación para mí...

Montañas y montañeros 1904


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