Fotografía de Isidro Roche (Octubre 2015)




Ahora ON LINE

martes, 27 de agosto de 2013

(PARTE III) CRÓNICA DE LA RUTA BUJARUELO-BRECHA DE ROLANDO-GÓRIZ, Y ASCENSIÓN A MONTE PERDIDO (3355 metros). JULIO 2013



Suena el despertador, 5:40 de la madrugada, a las 6:00 empiezan a dar los desayunos y no queremos retrasarnos mucho, sabemos todo lo que nos queda  por subir, y sobretodo lo que nos queda por bajar, va a ser un día muy duro, y necesitamos salir con las primeras luces del alba.



Poco a poco todos vamos bajando al comedor, las caras muestran sueño, cansancio, pero ilusión y alegría no nos falta, las primeras bromas nos despiertan y reactivan.
Un buen tazón de café con sus correspondientes madalenas y tostadas, nos hacen descubrir el día ideal para subir Monte Perdido.



Son las 7:10, mochilas cargadas con todo lo necesario, no podemos descuidarnos de nada, la mañana es perfecta, pero conocemos esta montaña, raro es el día que no se esconde tras nubes traicioneras, y a 3355 metros de altura la temperatura puede oscilar bruscamente en pocos minutos.

Yo trato de que mis compañeros no lo noten, al ponerme las botas tengo un dolor insoportable en el tobillo, el día anterior cometí el error de apretarme demasiado las botas, y hoy lo llevo inflamado. Lo peor es que cometo el segundo error, lo oculto y comienzo a andar disimulando la cojera.
Son situaciones a las que no debemos exponernos, el egoísmo, a veces, puede poner en peligro a tus propios amigos.

El inicio de la senda esta muy bien marcada, con una dura pendiente que no te da un respiro. Nuestro ritmo es bueno, Ignacio y Roberto van por delante, Isidro y yo vamos a unos 50 metros, José y Juan por detrás, muy cerca de nosotros.

Pasada la primera hora de ascensión, el dolor de mi tobillo es soportable, deseando que la cosa no vaya a mas, llegamos a una zona de paso complicado, un corredor entre muros de piedras enormes, que nos hacen tomar las primeras precauciones.




8:30 de la mañana, decidimos parar para reagruparnos y meternos al cuerpo las primeras calorías, frutos secos, alguna barrita energética, algún plátano, energía de absorción rápida para continuar el paso.



Alcanzamos una pared de unos cuatro metros, hay que andar con cuidado, los apoyos bien estables tanto manos y pies, la noche anterior ha llovido mucho y las rocas están muy resbaladizas.
Al superar la pared aparece el primer nevero, suponemos que nos encontraremos con varios durante el ascenso, este año es inusual a estas alturas de verano.



Decidimos colocarlos los crámpones, son unos 100 metros de pendiente prolongada y nos facilitarán el ascenso.
En este punto Isidro decide no continuar, no es un problema de calambres, lleva un tiempo con molestias en el estómago y sobretodo ha sido una primavera dura para todos después de lo del Moncayo, pero para Isidro, especialmente dura, apenas ha tenido tiempo para prepararse, queda lo mas complicado y él, si que es valiente para decidir no continuar, pensando en sus amigos.

Comenzamos a ver las primeras nubes acercarse, la última semana no ha perdonado un solo día sin tormenta, y hoy parece que no nos va a dar tregua.



Entre neveros y tramos de roca, rondando las 11:00 llegamos al Lago Helado, a los pies de la Escupidera, imagen preciosa, típica de principios de primavera que nos regala bien entrado el mes de Julio.



La vista de la Escupidera es espectacular, y al mismo tiempo, permitirme la expresión, acojona, aproximadamente 500 metros de pendiente helada, con tramos que alcanzan el 45% de desnivel, antesala de una cima como pocos tres miles del Pirineo.



Amigo Juanito, lo que hiciste ese fin de semana está al alcance de muy pocos, después de 1700 metros de desnivel positivo el primer día, y 11 horas de duro trayecto por roca, nieve y hielo, llegaste hasta el Lago Helado y decidiste no continuar, tu tres mil ya lo habías logrado, y tu bautismo de montañero, mas bien fue una despedida de soltero con baile erótico de la pitones incluido. Grande, grande, grande, JUAN.



11:10 a los pies de la Escupidera, Ignacio por delante, quería poner un Garmo Negro primero, yo detrás, ya no siento el tobillo, la verdad, ya no siento las piernas, pero ahora lo veo tan cerca que después de lo que he sufrido, lo voy a dar todo. Mr. Rodilla biónica detrás, ya ha metido la tracción a las cuatro ruedas, y José como siempre a su ritmo, llegará, seguro, con una sonrisa en su cara.





Juan nos espera en el lago, Isidro en Góriz, y Juan Carlos lejos pero muy cerca, ellos no lo saben, pero también suben con nosotros.

Los primeros 100 metros son relativamente suaves, la nieve está perfecta, avanzamos con paso firme.
Ignacio alcanza la zona mas complicada, nos advierte, tened cuidado, una caída sería fatal, Roberto me pisa los talones, le digo que pase delante, al clavar los crampones con fuerza siento mucho dolor, quiero ir poco a poco. Al levantar la vista entiendo el porqué de su nombre, La Escupidera, aún clavo el Piolet con mas fuerza.

Los últimos 200 metros son los mas duros, la pendiente es muy elevada, la altitud se nota, los últimos pasos son lentos, dificultosos. Por fin, a las 11:50 Roberto hace cima, cuando llego nos abrazamos, esperamos a Ignacio, no le cabe la sonrisa en su cara, y finalmente José, ya estamos todos en la cima de Monte Perdido.




Las vistas que nos regala su cima son increíbles, todo el Circo de Ordesa, el Valle de Pineta, Cañón de Añisclo, Balcón de Pineta, el imponente Cilindro, en frente los Astazus de grato recuerdo, infinidad de picos que no llegamos a reconocer.










Después de muchas fotos y no menos risas, comunicamos por Walkie a Juan que lo hemos logrado, que se lo haga llegar a Isidro, la última mirada para el recuerdo y comenzamos el descenso, nos queda una bajada larga y mas complicada de lo que podríamos llegar a imaginar.

La bajada de la Escupidera nos sigue regalando unas vistas espléndidas, al volver la mirada atrás, vemos la cima cubierta por nubes que no presagian nada bueno, quizás seamos los últimos que hoy pisemos la cima a cielo descubierto.
Juan nos espera haciéndonos unas fotos con el móvil, no ha hecho cima pero se le nota la alegría cuando le contamos lo vivido.



Volvemos a repostar calorías y que bien sienta esos tragos de vino con nuestra bota amiga. Cargamos la mochila y sin tiempo que perder, viendo el color de las nubes, emprendemos la marcha al Refugio, donde Isidro nos espera con ganas de saber de nosotros.

Empezamos a oír los primeros truenos, nos cruzamos con gente que sube con intención de hacer cima, a veces se juega a la ruleta sin ninguna necesidad, la montaña seguirá estando mañana en el mismo lugar, imponente, preciosa, pero ellos....quizás no.

A las 15:10 llegamos a Góriz, Isidro nos abraza, el "tato" de Roberto, y nuestro "papá" muchas veces, está orgulloso de nosotros.

Como sientan esas cervezas, esos bocatas, todos juntos de nuevo, pero......comienza a llover, lo intuíamos pero no tan pronto, no podemos esperar a que pare, de hecho, luego lo sufriríamos en nuestras carnes, no iba a dejar de llover en toda la tarde.



Tenemos cuatro largas horas de descenso, con los chubasqueros puestos comenzamos la bajada final que nos llevará al autobús de la explanada de Ordesa.

Isidro con mas fuerza que nosotros y conociendo el terreno se pone por delante, no deja de llover, no deja de tronar, aún así ante nosotros se abre todo el Circo de Ordesa, con esa lluvia persistente y esos torrentes de agua deslizándose por sus laderas es espectacular lo que vamos dejando detrás.

Llegamos a la Cola de Caballo, ligera parada para cambiarnos de camiseta, no se si estamos mas mojados por fuera o por dentro con el sudor que nos provoca el chubasquero al no dejarnos transpirar.

Estamos destrozados, a Ignacio e Isidro los hemos perdido de vista, Roberto, José, Juan y yo parecemos zombies con joroba, las botas nos pesan, la mochila es un suplicio, cada paso es un mundo.



Y por fin, a las 20:30 horas, sin dejar de llover y después de 11 horas desde que salimos de Góriz con la ilusión de ascender el Perdido, calados hasta los huesos, rotos físicamente, pero enormemente satisfechos.

Nos sentamos en el Bus que nos llevará a los coches, todos con la mirada perdida, recordando momentos vividos, cada instante en este preciosos fin de semana es visualizado con el poso que te da, el saber de la capacidad que tiene el ser humano para alcanzar sus retos, sus pasiones, sus deseos y poderlos saborear con sus amigos.

Haciéndome acopio de unas palabras de Kilian Jornet;

"La felicidad no la encontramos en la vida en si misma, la encontramos en las cosas que nos hacen vivir"

Cuando hacemos montaña, no estamos seguros de conseguirlo, pero estamos seguros de conseguir la felicidad.

¿Que buscamos..............quizás vivir?





2 comentarios:

  1. Ha merecido la pena esperar.
    Gracias Álvaro.
    Me has hecho sentir la ascensión, como si yo hubiera llegado hasta el final.
    Sabéis que mi espíritu sí estuvo con vosotros.
    Para daros ánimo y fuerza.
    Qué grande, qué grandes ...

    ResponderEliminar
  2. Yo lo primero agradecerte Alvaro las palabras de alago"GRACIAS".Era un reto para mi me fallo Monte Perdido,pero vamos otra vez sera,me siento orgulloso por lo que hice,eso si,sin vosotros no hubiese sido posible,por animarme,dandome fuerzas por eso os digo "GRACIAS AMIGOS".
    AH!FUE UN FIN DE SEMANA MAGNIFICO.
    Hasta la proxima.
    JUAN-ITO

    ResponderEliminar