Fotografía de Isidro Roche (Octubre 2015)




Ahora ON LINE

miércoles, 8 de mayo de 2013

CORRIENDO APRENDÍ


"Lecciones llenas de vida, me da correr cada día"

Corriendo aprendí que la tensión en mis músculos distendía la confusión que vivía en mi cerebro.

Corriendo aprendí que el sufrimiento que descosía por fuera mi cuerpo entero, remendaba por dentro mis entretelas.

Corriendo aprendí que el gesto huraño que adornaba a veces mi cara, relajaba el mal humor que albergaba en mi interior.

Corriendo aprendí que no llegar el primero me brindaba la ocasión de volver a intentarlo.

Corriendo aprendí que seguir cuando todo estaba en mi contra era un refuerzo de mi autoestima.

Corriendo aprendí que cuando la fatiga física me plantaba cara, yo ganaba la partida a las agonías de mi mente.

Corriendo aprendí que cuando mis piernas se dañaban nacía una firme voluntad que las reparaba.

Corriendo aprendí que los dolores que me acompañaban no eran sino anestesia para mis sinsabores.

Corriendo aprendí que los pesares por no alcanzar un reto avivaban los rescoldos para futuros proyectos.

Corriendo aprendí que los pasitos cortos también me llevaban a preciosos parajes.

Corriendo aprendí a disfrutar de la prisa por no llegar a ningún lado.

Corriendo aprendí a apetecer el descanso, pero en seguida volvía pues anhelaba el cansancio.

Corriendo aprendí a desear que el esfuerzo humedeciera mi frente, sin necesidad de que el sol saliera o que las nubes lloraran.

Corriendo aprendí que cada gota de sudor regaba de ideas mi imaginación, que mi respiración agitada expulsaba mi sin vivir, que el frecuente jadear alejaba inútiles pensamientos.

Corriendo aprendí que pese a quedar sin aliento no se escapaba mi vida sino que, bien al contrario, cobraba mas valor.

Corriendo aprendí a vivir midiendo distancias, a apurar incertidumbres, a campear temporales para llegar a mi mismo.

Corriendo aprendí a patear los caminos, a doctorarme en sus sendas, a averiguar sus secretos, a desechar los atajos, a reposar en las fuentes, a disfrutar de los claros.

Corriendo aprendí a encontrar en cada árbol la oportunidad de una sombra y evitar en cada raíz la posibilidad de un tropiezo.

Corriendo aprendí que el duermevela constante que algunas noches padecía era tan solo antesala para nuevos desafíos.

Corriendo aprendí que el recuerdo vespertino de los riesgos sufridos allanaban el trayecto a esperanzas venideras.

Corriendo aprendí que cada pisada que daba descorría el tupido velo que me impedía vencer el estúpido desasosiego.

Corriendo aprendí que el corazón que en mi latía desalojaba en sus sístoles todos los malos farios para acoger en sus diástoles todas las buenas nuevas.

Y así, corriendo y corriendo, aprendí a vivir al día, a abrir los ojos al mundo, a conocer alegrías.




No hay comentarios:

Publicar un comentario