Fotografía de Isidro Roche (Octubre 2015)




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jueves, 29 de mayo de 2014

CARTA DE RECUERDO A JUANJO GARRA

Ahora se cumple un año del fatal accidente que le costó la vida a Juanjo Garra en el intento de ascender el Dhaulagiri (8.167 m), una caída le provocó la fractura de tobillo y peroné.

Después de tres largas noches a 8000 metros, acompañado del Sherpa Keshab Gurung, que permaneció junto a él, hasta sus últimos momentos de vida  en unas condiciones insoportables para la mayoría de los mortales.

Os dejo la carta escrita por Javier Subías, preciosa y conmovedora.


lunes, 27 de mayo de 2013

A JUANJO GARRA:


La triste zozobra del desdén de lo pasado, de los recuerdos vagos que suceden, del tiempo que compartimos un poco de tiempo después de vítores adobados de sudores y éxtasis.
Las reliquias de la memoria que no paran de resonar queriendo hablar no de lo sucedido, si no del glorioso pasado que hoy representa en mi tu sombra, más alargada de lo que jamás pensaste o yo te dije; tu recuerdo y tu eterna sonrisa.
Las luces se extinguen, los sueños discurren, las estrellas solo gesticulan su brillo, y el tiempo siempre se cobra las víctimas que no lo quieren abrazar.
Porque tú así lo valías, los que estaban cerca de ti se han volcado en intentar rescatarte.Y los que estábamos lejos, impotentes, hemos suplicado durante cuatro días arrojándote una enorme cuerda de deseos y ánimos que se ha frustrado, pero no se ha partido.  Muy por el contrario, hoy llorando en tu nombre se ha hecho mas fuerte y más extensa de lo que tu, en tu modestia seguro nunca imaginaste.
Ahora tras intentar aferrarte a la vida durante cuatro agónicos días, estarás ya bien. Estarás junto a Iñaki, Pepe Chaverri, Pepe Garcés, Javier Escartín , Javier Olivar, Lorenzo Ortiz, Félix, Tolo, o tantos otros, que como tú, cuando intentaban alcanzar la cumbre de sus pasiones, se marcharon pero permanecen envueltos en su añorado sueño. Estarás junto a ellos velando por tu familia y por todos nosotros. Estoy seguro.

Conocí a Juanjo en el campo base del Manaslu en 1999. Y no se me ocurre un lugar más extraordinario para conocer de verdad a una persona tan soberbia como Juanjo. Donde era él al 100%.
Compartíamos permiso y expedición, montañeros de Aragón Barbastro y un grupo de Al filo de lo imposible, del que Juanjo era miembro, que pretendía filmar la ascensión de Carlos Soria a esta montaña.
De que grupo más portentoso de alpinistas me beneficié, y tuve la suerte de tratar y conocer aquellos días: Nuestro jefe de expedición, Pepe Chaverri que lógicamente ya conocía bien, al mismo tiempo Iñaki Ochoa, Carlos Soria, Ferrán Latorre y el bueno de “Juanjo Garra”.

Con Juanjo hicimos migas desde el primer día. Bueno, él las hizo con todos nosotros.
De entrada y sin conocerle, era un tío afectuoso, cordial y simpático, que le gustaba presentarse en las tiendas de los demás para charlar de cualquier cosa, o si te veía ocupado con alguna tarea que creyera que precisaba su ayuda, a cooperar.
Lo primero que me llamo la atención de Juanjo, y seguramente es el motivo por el cual me identifiqué inmediatamente con él y lo sigo haciendo, es que parecía una persona “corriente”.
En un universo que entonces yo tenía idealizado, y me parecía cobijo  de súper hombres e  imponentes y bravucones montañeros, donde yo me había infiltrado (o así lo sentía) Juanjo era humilde y “normal”.
Él fue el primero que me hizo desmitificar esta idea, y sentirme parte de ese mundo con pleno derecho. Después, le siguieron el resto, si,  pero él, tan inmediato, cercano y cariñoso, tenía ese don; Tenía el don de la humildad, la modestia y la sencillez, y lo transmitía a su alrededor, camuflando lo excepcional como corriente. Ser una persona extraordinaria, que figuraba ser ordinaria.
Durante un mes, fuimos vecinos de tienda, y como una nevada bloqueó nuestro avance durante más de una semana, obligándonos a pasar largas horas como buenamente podías en el campo base, a mí me gustaba mucho visitarlo y charlar.
Hablábamos de lo divino y lo humano, e incluso bromeábamos sobre los dedos que le faltaban en su mano derecha, y como los malogró. Por eso, por esas bromas, en la caricatura que le dibujé en mi cuaderno de expedición, le pinté un cepo para ratones atrapándole los dedos... 
Era tan buena gente, que incluso siempre he sospechado que fue él quien organizó la comida “sorpresa” que se realizó para celebrar mi 32 cumpleaños allí.
La expedición se sucedió, y no viene al caso hoy extenderme con ella.
Después de la misma, nunca perdí el contacto con Juanjo, e incluso estos últimos años se arraigó debido a nuestra mutua afición por correr. 
Nos felicitábamos puntualmente por los resultados, aventuras, carreras o navidades, y nos reuníamos en alguna media maratón, entre ellas en la de Barbastro (mi pueblo); Cada vez, al vernos, nos abrazábamos con esos abrazos que nacen del corazón; con afecto mutuo; y charlábamos poniéndonos al día de nuestras mutuas andanzas. Él siempre sabia de mi vida: -" “Sigo tu blog"”, me subrayaba  ante mi asombro.
Al terminar la carrera me preguntaba: -“¿Qué tiempo has hecho?””, y tras indicárselo,  con una sonrisa me apuntaba: - “”¡Serás maricón!””... 

Eres quien eres, y te encuentras dónde estás porque así ¿Dios? lo quiso. 
Haber conocido a personas como Juanjo me hace estar aún mas dichoso de ser y de estar.
Una persona que sin él saberlo influyó en mi, enseñándome a valorar eso que dice: "“Sé feliz con lo que eres y con lo que tienes, mientras persigues lo que deseas"…”.
Gracias Juanjo. Nunca te olvidaré. D.E.P.

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