Fotografía de Isidro Roche (Octubre 2015)




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jueves, 7 de abril de 2016

Hoy hace tres años ...



Hace tres años ...




Alvaro escribió esto ...

Hace una mañana preciosa, un pequeño manto de nieve cubre tus pies, el olor a primavera, ese agradable silencio que te transporta a una paz interior. El Pirineo se ve espléndido en la lejanía, despertando a un nuevo amanecer. Ni siquiera el silbido de tu Cierzo nos impide disfrutar del cántico multicolor de esos pequeños seres que anidan en tu falda.

La vegetación desaparece, te presentas majestuoso ante nosotros, haces honor a tu nombre; Moncayo (Monte Cano). Nuestras pisadas son suaves, no te queremos despertar. Tu nieve se presenta segura, pasos firmes que nos tranquilizan. El sol, calienta nuestra cara y engrandece nuestro ánimo.

No existe mejor día para alcanzar tu cima.

De repente despiertas, ruges, te estremeces, hemos interrumpido tu gélido descanso, que duraba ya cuatro largos años.

Alguien ha clavado su espada de montañero en tu punto más sensible, que diminutos seres se atreven a disfrutar de tu vista privilegiada.

Descargas toda tu ira contenida en el tiempo, tu boca de hielo se abre irremediablemente, devorando todo a su paso en un leve suspiro.

Luchamos contra una fuerza inhumana que nos engulle sin apenas entender lo que está sucediendo, multitud de recuerdos bombardean nuestra mente con un solo objetivo.....seguir vivos.

Quizás segundos, tal vez horas, podrían ser varias vidas, el tiempo es relativo cuando te aferras a la vida.

Todo termina, vuelves a dormirte tras devorar a tu presa.

Poco a poco sumergimos de tus entrañas, seres diminutos con corazones enormes, estamos vivos. ¡NUNCA HEMOS ESTADO TAN VIVOS!

Nos miran con asombro, uno, dos, tres, cuatro, cinco, todos por su propio pié, nadie da crédito, se oyen palabras como milagro, suerte, azar, pero es algo mas simple que todo eso;
Todos teníamos mucha gente que nos quiere de verdad esperando nuestro regreso, no les podíamos fallar.

Que es lo que nos salvó, sería muy fácil afirmar que fue gracias a Dios, pero si pienso en cada uno de vosotros me resulta mas bonito creer en nuestros pequeños milagros particulares:

A Jose, tu instinto, tu seguridad, tu BONDAD.
A Isidro, quizás tu amigo muerto hace años en el mismo sitio no permitió que siguieras su camino.
A Roberto, las cenizas de tu amigo esparcidas te abrazaron dándote una nueva vida.
A Juan Carlos, no sería posible que desapareciera nuestro corazón de león.
Y a mi..........os dejo algo escrito en recuerdo de mi Padre.


"EN LAS FALDAS DEL MONCAYO"

 

Naciste en las faldas del Moncayo, curiosidades de la vida, de padre Soriano y madre Torrellana, como si tus padres con su unión, ya hubieran querido abrazar las dos vertientes de la montaña.

Tu amor por la montaña, y sobre todo por la que llamabas "tu montaña", no nos pasó desapercibida, ya con cuatro añitos saboreé el abrazo frío de su cima, según decías, no permití en ningún momento que me cogierais en brazos, quería ser como mi padre, fuerte y llegar solo a la cumbre.

Así comenzó mi pasión por la montaña, pero no solo por la montaña en sí, sino por los valores que engloba, el amor a la naturaleza, el encanto de las cosas bellas de la vida, el sentido de compañerismo, amistad, apoyo en los momentos difíciles, y el amor incondicional a tus seres queridos.

En su momento no entendí porqué nos dejaste, nos quedaban muchas cosas por hacer juntos, y se me quedaron muchas palabras de agradecimiento por el camino, para una persona como yo, que dudaba de la existencia de Dios, el destino le jugaba una mala pasada, no entendía, no te tenías que haber ido precisamente aquella mañana, la única mañana que yo no estaba contigo.

Han pasado varios años, años de preguntas sin respuesta, años de tratar de entender el porqué de las cosas, pero.....a veces, la vida se da la vuelta y te sorprende, te sorprende con pequeños detalles, con momentos puntuales, con situaciones vividas que te llenan de emoción y te abren los ojos, esos ojos legañosos que te impiden ver la esencia de las cosas.

Y ese destino que en su día me jugó una mala pasada, el Domingo me dio una nueva oportunidad, y entonces todo me quedó claro, me dí cuenta que los seres queridos desaparecen pero lo vivido con ellos perdura, todo lo que el me había transmitido, afloró a la superficie a borbotones, el amor por sus hijos, su bondad, su sinceridad, y su comprensión, eso era lo que yo estaba dando a mis hijos, y comprendí que no importaba la cantidad de cosas que habíamos vivido juntos, sino la calidad de esos momentos vividos, su esencia, su jugo, su intensidad, su valor.

Gracias Papá. 

1 comentario:

  1. FELICIDADES CHICOS!!sera algo que no olvidareis,algo que contareis a vuestros nietos,sois muy fuertes para que os pueda la montaña
    FUERTES MUY FUERTES!!

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